Hoy os traigo una receta facilísima, que además está deliciosa, y ahora que empieza a subir la temperatura sienta de maravilla. Todos los ingredientes son super fáciles de conseguir y nos ayudará a contener esas temidas calorías extras.
Ingredientes:
2 Tomates medianos
1 Lata de atún escurrido
1 Porción de queso fresco
1 Nuez
Aceite de oliva virgen
Una pizca de sal
Una pizca de orégano
Tiempo de preparación: 3 min Dificultad: 1/10
Lo primero que vamos a hacer, es lavar los tomates y cortarlos a rodajas de 1 cm de grueso aproximadamente. Yo he utilizado tomates Monterrosa, pero cualquier variedad podría servir para nuestro plato, aunque siempre recomiendo usar un tomate de calidad y que esté maduro para potenciar el sabor.
Yo lo que suelo hacer con los tomates cuando no es temporada es dejarlos en una bandeja fuera de la nevera, de esa manera van madurando lentamente y a la hora de comerlos tienen un sabor mucho más intenso y parecido al del tomate de temporada. Varios estudios sugieren que el frigorífico destruye buena parte de los nutrientes del tomate y les hace perder sabor de manera muy notable.
Por otro lado, el tomate es un poderoso antioxidante, gracias a su alto contenido en vitamina C, ayuda al sistema inmune. Además, también contiene cantidades importantes de vitaminas A y K, así como hierro y potasio, un tesoro de nuestra huerta sin duda alguna.
Una vez cortado a rodajas, lo aliñaremos con aceite de oliva virgen y una pizca de sal.
Una vez aliñado, cogeremos una porción de queso fresco y lo cortaremos en finas lonchas rectangulares, y colocaremos un trocito sobre cada rodaja de tomate.
Yo he usado un queso fresco de cabra y con una textura mas firme que el queso tipo burgos, pero se puede usar cualquiera. También podría usarse mozzarella fresca.
El queso fresco es buena fuente de proteínas, además de tener un alto contenido en agua y pocas calorías.
Una vez colocado el queso, esparcimos una lata de atún escurrido sobre el tomate y el queso. Esto nos aportará otro extra de proteínas además de grasas saludables que tienen los pescados azules.
Picamos o rallamos una nuez sobre el plato, y si queremos le podemos añadir una pizca de orégano. A ser posible, si encontramos orégano silvestre o comprado al granel, el arma y sabor que aporta no se parece en nada al de bote típico que se suele vender.
El orégano es un indispensable de la cocina mediterránea, y no solo aporta sabor y aroma, sino que tiene un listado casi interminable de propiedades interesantes para nuestro organismo.
Y con esto ya tenemos listo nuestro plato, ideal para tomar en la cena como plato principal, o para compartir durante la comida. Estoy seguro que os gustará tanto como a mí.